
Se veía venir que esto no podía acabar bien ….
De pequeño
Desde pequeño siempre he sido más bien obeso. No recuerdo ningún momento en que me vea delgado y ágil. Cuando se trataba de correr, siempre llegaba el último. Así mi cuerpo se fue haciendo grande hasta llegar al máximo en el momento de hacer el servicio militar, donde llegué a pesar 112 Kg. Entonces me aficioné al squash, llegó a ser mi pasión y, a fuerza de entrenar, llegué a adelgazar lo suficiente como para verme delgado y ágil, tenía 20 años. Fue un espejismo!!. Es lo que tienen las dietas «yoyo»…
De mayor
Históricamente siempre me ha gustado comer de todo. Bueno, bien bien de todo tampoco, reconozco que la comida no Mediterránea, como la China, Japonesa, etc., no me ha acabado de gustar. Ahora bien, si se trataba de un buen filete, jamón, paella, pasta, pasteles, etc., no le hacía ascos a nada. A pesar de ello, debo comentaros que, conforme me hacía mayor, he intentado comer con moderación, y sólo hacía excepciones cuando la ocasión merecía la pena.
Con 40 años, y a pesar de continuar haciendo deporte, el cuerpo ya no bajaba de peso. Erróneamente pensaba que era un tema de la edad.
Ahora se que más importe que el deporte, sin duda, y con la experiencia adquirida, es todo aquello que comemos.
Somos lo que comemos !! (Ludwig Feuerbach, 1850. Es considerado el padre intelectual del humanismo ateo contemporáneo.)
Mi padre
Sin duda el factor hereditario también colabora.
He visto como, a consecuencia de la diabetes, mi padre fue perdiendo la vista, y más tarde tuvo muchas complicaciones en las piernas, hasta el punto de operarle una llaga en la planta del pie que se le estaba gangrenando. Los médicos no llegaron a cortarle el pie por precaución, puesto que temían por su vida tras su delicado estado de salud. A pesar de ello mi padre falleció una semana después de la operación, EPD. Su cuerpo, drogado por los fármacos a consecuencia de la diabetes y el párkinson ya no pudo aguantar más.